Ni el viento ni las distancias lograron impedir el encuentro con los magníficos gigantes de Baja California.
Nuestra aventura partió el 1 de abril del puerto de Loreto, un pueblo mágico enclavado a orillas del Mar de Cortés, en la península de Baja California. A lo largo de 15 días, nos adentramos en cada isla, cala y bahía guiados por los caprichos de los vientos y las corrientes. Sin embargo, nuestro objetivo final era encontrarnos con las ballenas grises antes de su viaje de regreso a las altas latitudes. Estos gentiles gigantes vienen a reproducirse en las lagunas situadas en la costa del Pacífico de la península, aproximadamente a 600 millas náuticas, al sur y luego al noroeste de Loreto. El viento en esta época del año viene del noroeste y no cooperó con nuestros planes. Soplaba a 20 nudos, con rachas de 30 nudos, y rodear Los Cabos habría sido una incómoda travesía de tres días por mar, incluso en nuestro buque de pasajeros de 72,54 metros de eslora. No teníamos tiempo que perder, por lo tanto, tan pronto como los huéspedes llegaron a bordo en su primer día de expedición, trazamos un nuevo rumbo hacia el norte, aventurándonos aún más en el Mar Bermellón, también conocido como Mar de Cortés. Nuestro destino: el puerto de Santa Rosalía (27o20'N/112o15'O), puerta de entrada a la laguna de San Ignacio (26o48'N/113o11'O), en la vertiente del Pacífico. En menos de dos días, nuestro objetivo era saludar a la última ballena gris de la temporada 2024.
Esta especie (Eschrichtius robustus), fue cazada casi hasta su extinción, hasta el punto de que ya no existen en el océano Atlántico, ni en el Pacífico occidental. La única población que queda, del Pacífico oriental, se alimenta durante el verano en las productivas y frías aguas de los mares de Bering y Chukchi. Después, para reproducirse y dar a luz, viajan 6000 millas hasta las tres lagunas de la costa pacífica de Baja California, donde permanecen desde enero hasta principios de abril. Por tanto, ¡podríamos decir que la mayoría de las ballenas grises de nuestro planeta son mexicanas! Además, México fue el primer país en protegerlas desde 1940.
A medida que los vientos ganaban fuerza, la ansiedad teñía nuestra expectación. Ráfagas de 30 nudos amenazaban con sellar el estrecho puerto de Santa Rosalía. Sin embargo, espoleados por la determinación, seguimos adelante. Estábamos compitiendo contra los elementos.
La mañana del 2 de abril llegamos a la isla de San Marcos, al otro lado de Santa Rosalía. Ofrecimos un paseo en zodiac al amanecer para admirar los arcos y paredes que la erosión marina ha esculpido en estas rocas volcánicas, habitadas por leones marinos de California, piqueros de patas azules, cormoranes y pelícanos. Sin embargo, nuestra exploración de San Marcos se acortó porque teníamos que asegurar la entrada al puerto.
La pericia del capitán Tom nos guió con seguridad hasta el puerto de Santa Rosalía, justo cuando la Autoridad Portuaria cerraba sus puertas contra la furia del vendaval. Aunque permanecimos abandonados hasta el 4 de abril, nuestros ánimos se caldearon, pues habíamos cumplido nuestra misión. ¡Cruzamos, por tierra, a la Laguna San Ignacio! ¡Encontramos a las ballenas grises! Vimos dos madres con sus crías y un par de adultos solitarios. Uno de los ballenatos era "amistoso". Jugó con nuestros botes durante más de dos horas, acercándose como si pidiera que lo acariciáramos y lo mimáramos. Y así jugamos con él, ¡o con ella! Los "pangueros" sabían exactamente cómo maniobrar respetando las normas de avistamiento de cetáceos. Y aunque a veces nos alejábamos de la cría, ésta insistía en pedir caricias. ¿Por qué son tan amistosos? ¿Saben de algún modo que ya no representamos una amenaza? Fue un privilegio sin medida.
La población de ballenas grises del Pacífico oriental, tras haber estado a punto de extinguirse en los años 50, ha repuntado hasta unos 19.000 animales. Y tuvimos la suerte de compartir un tiempo precioso con algunas de ellas. Ni el viento ni las distancias lograron impedir nuestro encuentro con las magníficas ballenas grises. Luego continuamos con nuestra aventura en el Golfo de California, habiendo forjado recuerdos para toda la vida, y habiendo hecho una amiga ballena gris.
Artículo de:
Paula Tagle
Paula es Naturalista y Líder de Expedición, trabajando en las Islas Galápagos, Baja California, el Mediterráneo, el Alto Amazonas, Cuba, Colombia, América Central y el Caribe a bordo de las Expediciones Lindblad-National Geographic. Paula posee un título de navegación estadounidense de la Annapolis Sailing School, que la capacita para patronear barcos de centro y de quilla de hasta 40 pies.